Qué es PNL & Coaching
Capítulo 6.1 del libro: PNL & Coaching. una visión integradora, de Vicens Olivé y colaboradores. Ed. Rigden – Institut Gestalt.
En este capítulo voy a sintetizar la unión de estos dos enfoques, de modo que podamos comprender la potencia de la asociación de ambos. John Grinder define este encuentro así: “la PNL es el Coaching en acción”.
Podemos entender el proceso del acompañamiento al cambio como Coaching y la metodología empleada para ello como PNL, con todo el modelaje que ha realizado hasta hoy en los aspectos de autoconocimiento, comunicación y cambio. Suelo explicar esta colaboración como el encuentro entre dos personas que rápidamente perciben que están hechas la una para la otra, iniciando así un gran, productivo y largo romance.
Para desarrollar este apartado utilizaré conceptos que ya han sido mencionados en los dos capítulos anteriores, partiendo de la base de que todo el proceso para transitar del estado actual al estado deseado será el Coaching, es decir, el camino, la travesía que el coachee desea efectuar, y que cada paso hacia ese fin se hará aplicando la metodología de la PNL. Esa será básicamente la función del/a PNL-Coach, que es el/la profesional que utiliza esta metodología de acompañamiento al cambio.
Todo es cambio
Las personas pertenecemos al Universo, somos Eso. Si bien por ahora no alcanzamos a comprender ese Todo, sabemos que nos podemos acercar a esa comprensión si tenemos una mirada sistémica, es decir, si nos percatarnos de los diversos de sistemas, de esos pequeños universos que componen ese Universo. Este término hace referencia a esa doble mirada: por un lado, ese Todo, aún incomprensible para la mente humana, y por otro las diversas partes, de las que sí somos conscientes. Quiero evocar aquí la expresión gestáltica, en la cual me extenderé más adelante, que reza “el todo es más que la suma de las partes”, por entender que es preciso ser conscientes de nuestra pertenencia a ese todo incognoscible y a la vez a las diversas partes que lo integran. Es lo que suelo denominar “el Sistema de sistemas”.
Si desde esa totalidad global nos orientamos hacia los sistemas que nos son conocidos, veremos que en sólo en unos pocos de ellos emerge nuestra identidad, y de entre esos pocos, básicamente se origina en el seno de nuestra familia de origen. Nos generamos desde y por el modelado inconsciente que hacemos de las personas significativas que nos cuidan en los primeros años de vida. Nuestro sentido de identidad, sistema de creencias y valores se configura a raíz de esa primigenia información recibida, asociada a las experiencias primarias de nuestra vida, para desde este punto ser “introyectadas” en nuestro inconsciente, si usamos el término freudiano. Estas vivencias nos acompañarán toda la vida, siendo fuente de luces y de sombras, en función de si nos sirven para potenciarnos o intimidarnos en las diversas experiencias que habremos de atravesar a lo largo de la vida. Esa información y experiencias las actualizaremos en determinados contextos, de los cuales surgirán nuevos aprendizajes que se irán configurando como nuestras capacidades, de las cuales saldrán nuestras conductas en los diversos ámbitos en los que nos toque vivir.
Nosotros y los sistemas formamos una sola unidad de influencia mutua y de dinámica constante, lo cual nos llevará a vivir un continuo cambio. Como dice la Teoría del Cambio, “no es posible no cambiar”. El ambiente está en constante cambio y eso repercute en el cambio hacia la persona, que debe actuar con y sobre éste, para seguir fluyendo con el medio y viceversa. Es la dinámica de la vida: influir y ser influido, nacer y morir, cambiar y hacer cambiar.
Si bien “no podemos no cambiar”, sí podemos decidir u orientar la dirección del cambio, dentro de unos límites razonables. Por ejemplo, tanto en PNL como en Coaching procuramos que, vayamos hacia donde vayamos, lo hagamos siempre en un estado interno de congruencia, orientados a donde queremos ir. Es como estar al timón de nuestra nave: el mar nos presentará muchas circunstancias diferentes (sol, viento, tormentas, etc.), pero un buen marino se mantendrá firme en su rumbo, pues sabe que esa es únicamente su posibilidad de transitar los diversos elementos meteorológicos y llegar sano y salvo a buen fin. De aquí emerge la sugerencia de que, viajemos por donde viajemos, lo hagamos de la mejor manera posible, es decir, con el mejor de los estados internos, procurando estar conectados con nuestro centro –llamado también el ser interior-, con nuestro fluir con el ritmo de los acontecimientos.
No nos van a faltar constantes invitaciones al cambio viviendo nuestra cotidianidad, puesto que va con la vida. Sería absurdo no vivir cara a lo que la vida nos va presentando, de espaldas a la realidad, que siempre conlleva nuevos retos, no siempre agradables, y pretendiendo vivir con la actitud de “ojos que no ven, corazón que no siente”. A lo sumo, obrando así podremos aplazar por un tiempo lo que ha de venir, pero suele ser una forma de afrontar los hechos poco recomendables. Por eso, tanto en PNL como en Coaching buscaremos evocar una actitud proactiva frente a los acontecimientos del vivir.
Una buena parte de las demandas de cambio vendrán necesariamente desde la propia fisiología, de las necesidades de supervivencia: comer y beber, tener cobijo, dormir, higiene, etc. El cubrir esas necesidades básicas nos incitará a tomar muchas decisiones constantemente: ¿qué comer? ¿dónde? ¿con quién? ¿tenemos suficiente bebida para los invitados?
Pero también están las necesidades relacionales, y las de desarrollo personal, y las profesionales, y las existenciales, etc. Tenemos ante nosotros una gran cantidad de aspectos a atender en nuestras vidas modernas. Como decía George Kelly, precursor del Constructivismo, “las personas tenemos una función anticipadora”, es decir, que en el día a día las personas, queramos o no, consciente o inconscientemente, lanzamos expectativas, ilusión, ganas… En términos de PNL: diseñamos objetivos hacia el futuro.
Es muy posible que esa particularidad tan humana sea producto de que nuestros antepasados debieron agudizar el pensamiento creando futuro para sobrevivir mejor. Que a veces no nos demos cuenta de que hacemos esta creación de futuro no significa que no lo hagamos igualmente. Diseñar futuro implica necesariamente asegurarse un sistema de retroalimentación (feedback), para saber si vamos bien orientados hacia nuestro objetivo. A esta estrategia en PNL le llamamos POPS (1), que es una de las bases de este enfoque de PNL & Coaching.
El modelo POPS
El POPS es un ciclo, que empieza y se cierra, es un bucle que abrimos cuando queremos algo y que se cierra al conseguirlo. Para tener este libro en tus manos hiciste un POPS, al levantarte por la mañana inicias otro POPS que cierras al ir a dormir. La vida entera, visto así, es un gran POPS.
Realizamos miles de POPS diariamente. Es la operatoria interna que más veces hemos realizado y que continuaremos realizando en el futuro, la mayoría de las veces de forma excelente, tan excelente y eficaz que apenas somos conscientes de cómo lo hacemos, puesto que nos funciona y eso es suficiente. En esa realización prácticamente inconsciente y efectiva tenemos las bases del fluir cotidiano.
(1) POPS: Prueba-Operación-Prueba-Salida. Este modelo fue formulado por Miller, Galanter y Pribran en 1960 como una descripción de los circuitos básicos de realimentación del comportamiento y aprendizaje del ser humano.
Sólo cuando la operación realizada no nos lleva al objetivo deseado hacemos otras operaciones para alcanzarlo. El procedimiento del POPS surge de nuestros recursos disponibles, es decir, de las opciones aprendidas tiempo atrás en contextos similares, como, por ejemplo: “Hoy para ir a casa tomo un taxi”. A veces los recursos disponibles no son suficientes para conseguir el objetivo y aparece la dificultad: “¿Cómo lo hago para salir de aquí a esta hora de la noche si no hay taxis a la vista?”. Aquí se nos presenta la dificultad o “quiebre”, como se denomina en Coaching, pues se “quiebra” el fluir de nuestras expectativas, con el consiguiente trastorno emocional.
El modelo POPS es sencillo: si una vez planteado el objetivo y haciendo una sola operación ya lo realizamos, asunto resuelto; si con esta acción no conseguimos el resultado deseado, deberemos hacer otras operaciones hasta alcanzarlo. Si ni así alcanzamos la meta propuesta, deberemos desarrollar nuevos aprendizajes que nos lleven a tal fin, o bien modificarlo o a cambiarlo por otro más asequible.
Las personas podemos quedar atrapadas insatisfactoriamente en una serie de operaciones que no nos llevan a alcanzar el objetivo y que a su vez nos mantienen ocupadas. Frecuentemente esas soluciones intentadas se anquilosan y llegan a formar parte del problema, complicando así su resolución. Aquí encontraremos muchas de las bases de las justificaciones, de por qué las cosas no van como “deberían” ir. La figura del PNL-coach puede detectar esos bucles, de mucho esfuerzo y poco rendimiento, y abordarlos de forma que el cliente pueda finalmente salir de ellos. Mucha de la metodología de la PNL & Coaching se centrará en la elaboración resolutiva de esos círculos viciosos generadores de mucho desánimo.
La frustración en la vida es inevitable, puesto que siempre estamos generando expectativas, conscientes o no. Consecuentemente, si las cosas previstas no salen según lo esperado, la decepción, en mayor o menor grado, está asegurada. El Coaching hará mucho en la prevención de futuras insatisfacciones previsibles, pero de vez en cuando aparecerán. ¿Por qué? Porque no cesamos de generar nuevas ilusiones y deseos futuros. Es una sencilla regla de tres: “A mayor número de expectativas, mayor posibilidad de frustración”. (2)
¿Es posible vivir sin tropiezos, sin quiebres? ¿Es realista querer vivir siempre fluyendo en el aquí y el ahora, como pretenden muchas escuelas orientales y occidentales de meditación? Un tropiezo, un quiebre, nos habla de una frustración. Como decía antes, en el argot propio del Coaching se utiliza el concepto “quiebre” para referirse a ese tropiezo, a esa expectativa truncada, a ese estado de dejar de fluir según lo esperado.
Hoy mismo, en las noticias de la televisión he escuchado que un ciclista se ha roto la clavícula al caerse en una prueba ciclista. Es fácil imaginar la decepción de ese deportista; es obvio que no podrá seguir corriendo, que necesitará un tiempo de recuperación y, por lo tanto, de no poder correr en bicicleta, en contra de sus expectativas iniciales. Este es un buen ejemplo de deseo frustrado. Todos podríamos referir muchas experiencias similares a lo largo de nuestra vida.
Para manejar mejor este tipo de frustraciones a veces renunciamos al objetivo, o ni siquiera nos atrevemos a plantearlo. Puede ser que optemos por reestructurarlo, adaptándolo a nuestras posibilidades más realistas; otras veces entramos en una decepción, más o menos grande, al ver que ni aún así somos capaces de lograrlo. Dependiendo de nuestros recursos aprendidos anteriormente, de nuestra capacidad de aprendizaje y cambio, sabremos manejar mejor o peor nuestra frustración. Sin duda, el proceso de maduración, de hacernos adultos, está asociado a la capacidad de hacer frente a tales inconvenientes de la vida.
El proceso de PNL & Coaching consiste en diseñar un objetivo, una vez trabajado según el modelo de las buenas condiciones de formulación de objetivos, que veremos más adelante, y hacer el seguimiento adecuado, lidiando con las diversas dificultades que irán apareciendo en el camino de realización del mismo.
(2) La filosofía budista pregona el “no deseo” como forma de no sufrir. Es obvio que sin deseo no hay sufrimiento, puesto que, si nada esperamos, todo lo que acontezca será bienvenido, pero el tema está en cómo librarnos del deseo de no desear. Esa es la gran dificultad existencial que se les presenta a los seguidores de Buda. El budismo es la filosofía del “no apego”, siendo precisamente el ego, con sus mecanismos identificadores, la génesis y construcción de todo el apego. Luego, ¿cómo a través del ego nos deshacemos de él? Sin duda es una ardua tarea que en muy pocos casos se ha logrado realizar.
El objetivo sale del mapa
El concepto de “mapa” es una de las bases de la PNL, la presuposición de Alfred Korzybski en su obra Semántica General (1933), que detallo en el próximo capítulo. Este autor nos introduce en la presuposición de que “el mapa no es el territorio”, es decir, que nuestra concepción subjetiva de la realidad no es la realidad, que la partitura no es la música, que la fotografía no es la persona retratada. Desde esta visión las personas tenemos un mapa y funcionamos desde él en todos los aspectos de nuestra vida.
Visto así, ¿puede alguien generar un objetivo que no emerja de su mapa? ¡No! Siempre pondremos objetivos que vengan de la propia experiencia. Esta proviene de nuestro sistema de referencia, tanto actual como de nuestra historia personal y cultural, como vimos antes. Por ejemplo, los masais beben sangre y nosotros café con leche, pues estos son nuestros mapas respectivos.
Si el objetivo se va cumpliendo o se cumple, aparece un concepto básico que ya he mencionado en anteriores capítulos, el “estado de flujo”. Fluir implica, como hemos visto, un estado de no esfuerzo, de facilidad, de ir yendo con la corriente de los acontecimientos, con una atención puesta en lo que va sucediendo, sin más.
Cuando fluyo es que estoy recibiendo aquello que estoy esperando, más o menos, dentro de unos ciertos límites esperables. Lo importante es que cuando uno tiene un objetivo y este se cumple o se va cumpliendo, hay algo así como una sensación de facilidad, que entraña una cierta satisfacción, más o menos, dependiendo del objetivo. Cuando algo fluye no hace falta el Coaching, o bien el procedimiento que ya se sigue es adecuado. Y, como dice un amigo mío, “si algo funciona, no lo toques”.
Un primer y gran aprendizaje en Coaching es que a veces las personas y organizaciones ya fluyen. Entonces no tenemos que intervenir para nada, tan sólo ser testigos del fluir, so pena de interrumpir ese flujo.
Las personas fluimos cuando estamos en estados de “excelencia”, que en PNL es el proceso de alcanzar el objetivo -o ir acercándose al mismo- con el mínimo esfuerzo y el máximo rendimiento. Es obvio que las demandas de Coaching en general no arrancan de ese estado de excelencia, sino que nos acordamos de Santa Bárbara cuando ya truena. Cuando nos aparece una piedra en el zapato es cuando nos molesta. Es entonces cuando perdemos de vista nuestro fluir, o reducimos nuestro foco de todo lo que funciona bien para adentrarnos en lo que ya hemos interpretado como “quiebre” o “problema”.
El modelo del fluir consiste en restablecer de nuevo la excelencia, el flujo. El quiebre es el tema clave en el Coaching. Cuando se quiebra el fluir significa que ahí está pasando algo y se puede iniciar la demanda de Coaching. Sólo en personas u organizaciones muy sensibles al tema se da la demanda preventiva, la del aprendizaje “a priori”, pero generalmente nos acordamos del agua cuando aparece el fuego. Idealmente, los procesos de Coaching deberían tener lugar, a modo de medicina preventiva, para conservar el flujo y así evitar posibles quiebres, pero eso se da, lamentablemente, sólo en el nivel ideal. En la práctica cotidiana uno va al médico cuando ya está enfermo, aunque a veces el síntoma ha estado avisando durante un largo tiempo.
El quiebre puede ser de muchos tamaños y dimensiones. Además, cada uno lo vive de una manera, según su mapa personal y sus recursos. Pero lo cierto es que cuando el estado de excelencia se interrumpe, se rompe el fluir al menos en un área, en un aspecto de la vida de alguien, y se entra en una crisis más o menos grande.
En cada fluir hay ciclos, puede romperse un ciclo y otro no. Una persona puede perder la relación de pareja contra su voluntad, mientras que cada día mejora en la elaboración de su tesis doctoral. Hay otros ciclos que funcionan bien, y el coach puede aprovecharlos como base para sustentar al coachee allá donde está más vulnerable, con menos recursos.
En el proceso del fluir puede ocurrir también que se de un quiebre pero que no impida “ir tirando”, lo cual es una forma de frustración sostenida. Por eso decíamos que sin expectativa no hay quiebre. Si no deseas nada, nada te puede frustrar. Sin juicios e interpretaciones de lo esperado no hay quiebre. Esa será una gran habilidad del PNL-coach, la de saber acompañar los procesos de fluir-quiebre sin poner el propio mapa por delante.
¿Quiebre o problema?
En Coaching hablamos de quiebre y no de problema. En ambos casos es una nominalización, una abstracción, un concepto. Es algo que habrá que concretar y evidenciar en la Estructura Profunda del coachee, poniendo una escena muy concreta y atendiendo a qué hizo que en esa situación la persona decidiera, consciente o inconscientemente, connotar la situación como insatisfactoria.
Normalmente un problema es algo que se encuentra. El quiebre es distinto al problema en lo siguiente: puede ser encontrado o no, y a veces puede ser agradable y a veces no. El problema siempre es desagradable. Una fiesta sorpresa te puede descolocar positivamente, puede ser un quiebre, porque te saca de tu expectativa de llegar a casa y descansar, pero no tiene porqué ser un problema. Puede no ser positivo, como que se te lleve el coche la grúa, pero también en ese caso preferimos en Coaching seguir llamándolo quiebre y no problema.
Problema tiene un significado más limitado que quiebre. El quiebre además tiene la connotación de que puede ser elegido. Uno elige muchas cosas en la vida, como lo hace cuando decide aprender submarinismo. Sin duda se encontrará con unas dificultades determinadas, que no habría tenido si se hubiera quedado en casa, pero elige lidiar con esas dificultades porque tiene un objetivo mayor que anticipa que le colmará de satisfacción cuando pueda bucear a sus anchas por los fondos marinos. Si profundizamos en el quiebre, veremos que tiene tres características:
- Te lo encuentras.
- Te lo puedes buscar tú.
- Puede ser tanto agradable como desagradable.
De hecho, cuando te propones un objetivo te diseñas un quiebre. Eso es un proyecto responsablemente asumido, pues uno decide pagar los costes que la consecución de ese objetivo conllevará. Las personas podemos aguantar cierto malestar, cierto esfuerzo actual en beneficio de algo futuro. Lo podemos connotar positivamente como “inversión”.
Frente al quiebre podemos resignarnos, decir “es lo que pasa”, “la vida es así”, “es lo que hay”, etc. La resignación es una de las estrategias que tenemos todos al alcance. Nuestro mapa tiende a la estabilidad, a la seguridad, y cualquier cosa nueva, por bonita que parezca de entrada, siempre es nueva e implica un cambio. No olvidemos lo de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Esto sería quedarnos en la zona de confort. Por contra, asumir una cierta dosis de sufrimiento, de malestar, forma parte del bagaje de cada uno. Por eso en Coaching también buscamos sacar a la persona de su zona de confort, de su estructura habitual, para ir más allá de lo conocido hasta hoy, facilitándole la entrada en su zona de potencialidad.
Resignarse es siempre una opción que tenemos a mano, si bien es poco aconsejable, desde el punto de vista del Coaching implica quedarse en la zona de confort, sabiendo que tanto si uno avanza constructivamente en la dirección de sus objetivos como si decide no plantearse nada, ambas decisiones tendrán un coste. Parecería a veces que no tomar riesgos no tiene precio a pagar, pero si lo miramos detenidamente veremos que por todo debemos abonar una determinada cuota.
La teoría de resonancia cognitiva nos dice: “O vives como piensas o acabarás pensando como vives”. Resignarse a la larga da cierta satisfacción porque uno se adapta a eso. Nuestro sistema tiene una tendencia a la adaptación. Supe de una señora abandonada por su marido que años después de la separación seguía sin haber tocado ninguna de sus cosas, de modo que la casa seguía igual que antes de la separación. Aquí el precio pagado es obvio: esta señora limitó su vida, cerrándose a las mil y una posibilidades que le habría podido ofrecer si hubiera salido de casa, dejando el pasado atrás definitivamente. Pero posiblemente ella nunca lo supo.
Reinventarnos
Podemos resignarnos o podemos reinventarnos (concepto de Coaching que empieza a ser muy popular). Reinventarse significa que donde yo tenía unas creencias y unos valores voy a poner otros. Debemos a Robert Dilts que en PNL & Coaching se llame Coaching con C mayúscula a este reinventarse, a este “ser otro”. “Si quieres algo distinto haz algo distinto”, dice una de las presuposiciones de la PNL, que veremos en el próximo capítulo.
Aprender a reinventarse implica necesariamente cambiar el mapa personal. Hay que saber aceptar y/o actuar en la dirección de la solución, siendo pro-activos en vez de re-activos. De lo contrario, lo que resta es resignarse con el propio mapa conocido y quedar atrapados en lo habitual, lo cual siempre tiene la ventaja de que entraña una cierta seguridad, pero conlleva asociado algún tipo de decepción y frustración en mayor o menor grado. Esto implica un reto personal que frecuentemente es constante en el contexto actual en que vivimos. Recordemos aquí que una de las capacidades del coach es la de ser un buen retador, y que debe emplear su capacidad de confrontación para cuestionar ciertos aprendizajes a sus clientes, facilitándoles la adquisición de otros más nuevos y actualizados.
Es importante en nuestro enfoque de PNL & Coaching tener en cuenta también los valores, tanto del PNL-coach como de las personas a las que acompaña, pues hay otras líneas de Coaching que se enfocan sólo en los resultados, y eso no suele ser muy gratificante a la larga. En el próximo capítulo sobre la actitud en PNL & Coaching encontraremos más desarrollado este tema de los valores.
El quiebre, oportunidad para el cambio
Si lo pensamos bien, el quiebre es un recurso fundamental para el cambio debido a que nos compromete a aprender y volver al flujo de la vida. El quiebre sólo nos pone en aviso de que algo no va según las expectativas iniciales.
Cuando aparece un quiebre, ¿qué falta? Pues falta sin duda un aprendizaje, un recurso. ¿Qué tipo de recurso falta? ¿Qué hay que hacer cuando se produce un quiebre? La respuesta es muy simple: ¡Aprender!
Todo lo que falta cuando enfrentamos una dificultad es el aprendizaje que facilite una nueva opción que nos permita transitarla. Las diferentes metodologías de Coaching ofrecen diversas opciones para facilitar los aprendizajes que faltan. Esto está en toda la filosofía de base del Coaching.
De hecho, el quiebre, una vez superado, siempre nos permite ampliar nuestro mapa personal, ya que comporta nuevos aprendizajes. “O aprendes, o sufres más o menos hasta que aprendes”, es una frase que decimos en PNL. El aprendizaje siempre está garantizado, pues va con la vida y la evolución. Idealmente, el Coaching buscará conservar el fluir. Servirá de medicina preventiva, lo interesante es conservar la salud.
Cuando aparece el quiebre es cuando se hace necesario el Coaching. Esto se llama life Coaching –Coaching para la vida- y se refiere a la idea de conservar, mejorar y ampliar el bienestar de las personas, organizaciones, familias, etc. en todos sus aspectos, no sólo en uno en particular. Con todo, existe la posibilidad en Coaching de trabajar en un solo aspecto, como me comentó hace un tiempo un amigo, que me dijo: “Quiero escribir un libro y me he buscado un coach”. Mucho del Coaching para ejecutivos suele tener esa faceta monotemática, que es la que le conviene a la empresa. Idealmente, el proceso de Coaching implica trabajar la revisión de todas las áreas significativas de la vida a modo de prevención, para poder así encarar un montón de posibles circunstancias, incluso antes de que éstas aparezcan, como decía antes.
Al igual que la medicina preventiva, tomada como metáfora para el proceso de life Coaching, en Coaching existe un gran inconveniente: que no sabremos si la salud y el bienestar de que disfrutamos es producto de nuestra previsión o no. ¿Se hubiera dado esa salud y bienestar igualmente sin esa prevención? Difícilmente lo sabremos, pero ello no nos ha de impedir seguir comiendo sano y hacer ejercicio. Idealmente, como decía, el Coaching debería ser un proceso preventivo.
Los médicos en la antigua China cobraban sólo si sus conciudadanos estaban sanos. Si estabas enfermo dejabas de pagar porque la prevención no había funcionado. De la misma forma, el Coaching debería funcionar desde esa prevención. Por eso decimos que el Coaching es una forma de aprender adulta, puesto que no se basa en lo reactivo solamente, en la queja de “algo no va bien en mi vida” –y por ello debo hacer algo-, sino también en “todo va bien y por ello sigo siendo proactivo, para seguir conservándolo y mejorándolo cada día”.
En Coaching Transformacional, cuando alguien está en una dificultad, en vez de preguntar por el quiebre se le pregunta: “¿Cuál es tu búsqueda en esto?”. Así se focaliza la parte que está motivada al cambio. Es más resolutivo poner la atención en las soluciones que en las dificultades. Y es una gran competencia para la vida saber reconvertir los problemas en oportunidades de aprendizaje, encarar las dificultades de forma proactiva. El mejor antídoto para un quiebre/búsqueda es el aprendizaje continuo, y el PNL-coach es un facilitador de aprendizajes constantes. Este es el reto de esta moderna profesión.
¿Qué aporta este enfoque de PNL & Coaching?
La PNL aplicada al Coaching aporta básicamente tres aspectos centrales, los cuales tienen una más amplia exposición en los tres capítulos siguientes. Son:
- La actitud en PNL & Coaching.
- La detección de las zonas de fluir-quiebre, con la herramienta de la Ecología de Vida (jerarquía de valores y toma de consciencia de la situación actual y de la situación deseada).
- La aplicación de la metodología de la PNL para acompañar los cambios, como el modelo de diseño y consecución de objetivos, la integración de polaridades, los desafíos lingüísticos con el Metamodelo de Lenguaje, el Norte Personal, y demás modelajes. Mención especial merece el trabajo con los Niveles Neurológicos.
Precisamente sobre los Niveles Neurológicos quiero incluir aquí un artículo de Robert Dilts -al que agradezco el permiso para su publicación en este libro-, pues considero básica su aportación al modelo del Coaching con PNL. Si bien el modelo de los Niveles Neurológicos de aprendizaje y cambio fue aportado por Gregory Bateson, basándose en los estudios previos de Bertrand Russell y de Alfred North Whitehead en matemáticas, ha sido Robert Dilts quien los ha aplicado a la PNL.
El marco de referencia de los Niveles Neurológicos permite al PNL-coach acceder a un gran conocimiento y aprendizaje, tanto para sí como para su coachee, pues explora las diversas capas donde las personas podemos poner la atención y, por lo tanto, facilita primero la toma de consciencia y después iniciar los cambios más adecuados desde el nivel neurológico más adecuado, facilitando rápidamente los aprendizajes necesarios para retornar al cliente a su estado de excelencia.
Quiero destacar también que desde cada nivel surgen intervenciones diferentes, y que no es lo mismo un Coaching de Conductas, de Identidad o Sistémico. Remito al lector al libro de Robert Dilts, Coaching: Herramientas para el cambio (2003), para una comprensión más amplia de este modelo.